Te entiendo. Extrañas poder hablarle, verlo y decirle lo mucho que lo quieres. Extrañas poder abrazarlo, o simplemente saludarlo. Extrañas su rostro, sus risas, sus llantos. Su alegría que te contagiaba, su tristeza que te ayudaba a estar cerca de él.
Algunas veces, hasta lo llegamos a nombrar y luego nos acordamos que ya no está…
Sientes un vacío en tu corazón y un dolor en el alma, como si parte de ti se hubiera ido con él.
Te preguntas ¿por qué?, ¿por que él? que todavía le quedaba mucho por ver y aprender., todavía inocente, joven, que ni siquiera tenia un futuro planeado, incapaz de lastimar a alguien.
Hoy es un ángel, que no deja de mirarte, que por más que ya no lo veamos, nunca se va. Que te guía e ilumina en todo tu recorrido.
Una sola cosa le quiero decir a ese ángel: que donde quiera que esté no se deje de acordar de mí y me indique lo correcto.